Tal y como explica en su “prefacio luminoso”, después de recibir una beca de la Fundación Guggenheim, Mario Levrero se dio a la tarea de acabar una novela interrumpida 15 años antes. En La novela luminosa, según sus propias palabras, se proponía narrar “ciertas experiencias extraordinarias” sin que al hacerlo fueran despojadas de su cualidad de “luminosas”. Aunque ya en el mismo prólogo nos advierte de que fracasó en su cometido, porque las “cosas luminosas” no pueden escribirse. En otro momento confiesa: “Siempre supe que escribir esa novela luminosa significaba el intento de exorcizar el miedo a la muerte”. Para conseguir aprehender las “experiencias luminosas” y ahondar en “la investigación de sí mismo”, Levrero comienza la novela luminosa con un prólogo que llama Diario de la beca y que abarca un año de su vida. Con cada una de las entradas de este diario, el autor nos habla de sí mismo, de su agorafobia, su adicción a los ordenadores, sus trastornos del sueño, su hipocondría y sus sueños y significados. Especial capítulo merecen sus mujeres, en particular Chl, que lo alimenta y lo acompaña en sus escasos paseos por Montevideo en busca de libros de Rosa Chacel y las novelas policíacas que lee compulsivamente. La muerte, el amor, la pérdida del amor, la vejez, la poesía y la naturaleza de la ficción, las experiencias luminosas e inenarrables todo cabe en esta monumental obra.
“Una vez terminado sigue y sigue, no sólo en el cerebro y los sentidos del lector, sino también en la reelectura. Para demostrar como tantas otras veces, que el combate de vivir continúa, con sus luces y sus sombras”.
Elvio E. Gandolfo
“En su gran libro póstumo, Levrero acepta de partida su incapacidad para retener por medio de la escritura las experiencias luminosas, esas epifanías del Espíritu. “Todo este libro”, dice, “es el testimonio de un gran fracaso”. Lo prodigioso es cómo Levrero trabaja desde su propio fracaso y, con los materiales de su derrota, construye el molde de esa imposible novela luminosa, sus contornos. Si la experiencia luminosa no es narrable, como finalmente admite, sí es posible, a cambio, narrar la oscuridad que la rodea, y la necesidad de la luz. La novela luminosa se convierte, así, en el negativo de una experiencia mística, en el vaciado de su huella, en el clamor de su inminencia.”
Ignacio Echevarría
“Publicada póstumamente, en 2005, esta novela es una invitación para dejar de encontrarse tanto en todas partes y perderse de una vez. He comenzado a leerla hace unos días y no pienso terminarla, al menos hasta que encuentre otro libro de Levrero. La semana pasada, en una noche de desvelo, leí La ciudad, su primera novela, publicada en 1970, y tuve la sensación de que Kafka escribía en rioplatense”.
Miguel Vitagliano
Mario Levrero, cuyo nombre real era Jorge Mario Varlotta, nació en 1940 en Montevideo y murió en esa misma ciudad en 2004. Novelista, ensayista, creador de cruzigramas y juegos de ingenio, guionista de cómics, fue sin dudas una de las plumas más dotadas de Latinoamérica.
La novela luminosa. Mario Levrero. Mondadori. $62